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La franquicia Color Siete busca exportar 40% de sus ventas en 2016
Empezó hace 26 años haciendo maquila y hoy ‘muerde’ uno de los mercados más apetecidos por los confeccionistas: el de países desarrollados con alto poder adquisitivo, y lo hace con sus propias marcas
Cualquiera podría pensar que se trata de una gigante empresa de confecciones, hablando en términos de tamaño. Pero no, es Color Siete, una mediana firma caldense con planta en Villamaría (municipio contiguo a Manizales) que se posicionó en un nicho exigente, que quiere calidad y diseño, y al que no le tiembla la mano a la hora de pagar por una prenda que le gusta.
En Estados Unidos llega a tiendas exclusivas por departamentos, con más de 120 clientes, como Bloomingdales, Nordstrom, Barneys y Anthropologie. En Dubai está en Mom and me y en esos mercados llega con sus marcas propias Color Siete, Rosé Pistol y Rosé Pistol Kids.
Estos son los que Luis Felipe Molina, presidente de la compañía, llama mercados desarrollados, el segmento al que la empresa de confecciones le apuesta en exportaciones y en el cual busca crecer 50% en los próximos años.
“Son mercados de más valor agregado que reconocen de una mejor manera en el precio la calidad del producto y pagan más por él. No buscamos tanto crecer en unidades pero sí ubicarlas bien”, señaló.
Molina lleva las riendas de la firma, reconocida en Colombia por sus tiendas y marcas, desde sus inicios y ha pasado por las buenas épocas, las estrechas, las duras y las de hoy, que califica como positivas. En 2011 la firma empezó una transformación y un nuevo proceso empresarial, tras la capitalización del fondo de capital privado Teka, que hoy tiene el control de la compañía. Desde ese entonces reenfocó la estrategia para apuntarle a estos mercados exclusivos, de alto nivel y de lujo en el exterior.
“Estamos redireccionando nuestro esfuerzo de exportaciones de Latinoamérica a países desarrollados por el nivel de producto que tenemos. Ahí está la estrategia de crecimiento, sin abandonar el mercado latino donde hacemos presencia”, agregó. En los últimos tres años la firma ha crecido 25% en ventas, es decir 8% anual; aumentó la red de tiendas (tiene en total 18 propios y 27 por franquicias de las cuales nueve son internacionales); y creció en exportaciones.
Este año, según Molina, de las ventas totales 23% deben ser externas, en 2015 serán de 30% y en 2016 deben llegar a 40%. “La idea es invertir la proporción de 80-20 (por ciento) que teníamos antes a 60% en exportaciones y 40% al mercado interno. Ese mayor crecimiento lo deben dar los mercados desarrollados. A partir de 2012 logramos llegar a representantes con conexiones en la industria a más alto nivel. Era lo que nos faltaba porque tenemos el producto”, sostuvo.
Las mayores ventas están en Estados Unidos, Dubai y Japón. Con menor proporción llega a Canadá y Europa y allí Color Siete ve posibilidades de crecimiento, en parte porque también busca desconcentrar el mercado en Colombia, donde el directivo señala, se ha triplicado en los últimos años la presencia de marcas que le compiten directamente.
Pero Color Siete, que de las 800.000 prendas anuales que comercializa fabrica en Caldas un 60% (el restante lo importa de China y Perú), busca otras alianzas.
Una de ellas la selló con la compañía caleña Spataro Napoli, fabricante de camisas, con la que busca empezar ventas este mes y pisar fuerte con marcas privadas, otro segmento al que la confeccionista le apunta. En este nicho Color Siete, tiene ubicado un 5% del negocio, que en buena parte está representado, como único proveedor en América, de la inglesa Paul Smith, en tiendas exclusivas en 40 países.