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La Rosa Náutica
La Rosa Náutica

María Eugenia Puga no descarta socios para la franquicia La Rosa Náutica

16.02.2011


Quien haya pasado por Lima y siempre esté en la búsqueda de los mejores sabores del mundo, seguro ha pasado por La Rosa Náutica, una estación para los viajeros que buscan la razón por la cual hay un `boom` general de los sabores de este país.

Fue por eso que María Eugenia Puga, su propietaria, se enteró de que en Bogotá algo estaba pasando con la comida de su país y vino, en diciembre de 2009, a verlo con sus propios ojos y a comenzar a pensar su incursión en el mercado nacional.

¿La Rosa Náutica sin mar?
Sin embargo, el hecho de que la capital colombiana no tuviera mar se convertía, en ese momento, en un obstáculo que le impedía replicar exactamente la filosofía del restaurante de Lima, que tiene 28 años de existencia y que recibe a más de 600 comensales al día. Además, es un lugar que no cierra ningún día del año. La conclusión fue simple: más que un clima determinado y que cercanía al mar, la gente busca satisfacer su paladar.

Aunque sus primeras opciones para extender su negocio estaban en Ciudad de México y en Sao Pablo, la cercanía de Colombia con su tierra y el idioma fueron las razones que la animaron a meterse, sola, en un negocio pensado por lo grande: con una inversión que podría llegar a los $3.000 millones, y que encontró como espacio ideal para los siempre exigentes clientes de La Rosa Náutica al barrio Rosales, donde funcionaba Quinta Galería, y que tiene el estilo que siempre buscó: sobriedad y amplitud.

Esta peruana, de 32 años, sabe que pudo hacer algo más por buscar un inversionista colombiano y así hacer más fácil y cercana la estabilidad de su empresa. Por eso, mientras el restaurante despega, María Eugenia no descarta la posibilidad de vender la franquicia, eso sí, a alguien que de verdad disfrute del negocio gastronómico. El monto del derecho de entrada está calculado en US$80.000.

La casa, que tiene tres pisos y 630 metros cuadrados, se convierte en un puente entre Bogotá y Lima. Una rosa de los vientos o una rosa náutica muestran la ubicación de ambas capitales y un acento peruano en sus nueve chef son la mejor invitación para sentarse y disfrutar de un pisco sour o de una corvina Rosa Náutica, hecha en croute de hojaldre, scallops y langostinos, y bañados en salsa al Pernod, sobre puré de papa criolla.

"El reto es replicar los ingredientes, pues algunos varían en Colombia, y no modificar el sabor ni el estilo del lugar", explica la empresaria para hablar, por ejemplo, del cilantro o del limón, que son diferentes en el mercado colombiano.

Y es que ella, desde que su familia le compró el restaurante a un banco peruano hace diez años, no ha parado de prepararse para ser testigo del crecimiento de su negocio. Es licenciada en administración hotelera, hizo un posgrado en gerencia de restaurantes en Nueva York, es somelier de la Universidad de Disney y, además, es fotógrafa empírica, lo que le facilita el trabajo publicitario de su marca.

Este nuevo espacio tiene capacidad para 280 personas y, según Puga, cada cliente, con unos $70.000 en promedio, puede tener entrada, plato fuerte, café y vino. Según cuenta, estos meses, con la ventaja de que la Rosa Náutica es una marca consagrada dentro del mundo gastronómico, han servido para que la gente que pasa por Bogotá se de cuenta de que llegó una nueva propuesta en medio de una ciudad exigente con su paladar y que cada vez cuenta con más menús de comida peruana.

El reto está servido para María Eugenia: ganarse a sus clientes a punta de buena sazón y de un estilo que tiene casi tres décadas de historia.